Durante los últimos 30 años, "La Ville Rose" ha acogido un enorme mercadillo con más de 120 comerciantes profesionales de todo el sur de Francia. Antiguamente situado en la Avenue Jules Guesde, el Brocante des Allées François Verdier fue reubicado en 2011 a lo largo de las Allées François Verdier y es considerado por muchos, uno de los mayores mercados de pulgas en el suroeste de Francia.
Este mercadillo, frecuentado tanto por aficionados a rebuscar entre viejas cajas como por otros transeúntes que se detienen a descubrir un mundo de objetos heterogéneos que desconocen, ofrece todo tipo de precios. Sin embargo, la Brocante des Allées François Verdier tiene fama de ser en general un poco cara en comparación con otros mercadillos de la región, y las gangas son poco probables; los vendedores son exigentes y conocedores del valor de sus mercancías.
En la Brocante des Allées François Verdier se puede encontrar una gran variedad de objetos de colección, desde muebles antiguos del siglo XVIII, platería y telas, hasta decoración para el hogar de los años 80, libros, recuerdos militares, porcelana francesa fina y otros artículos eclécticos.
Pero, a decir verdad, los expositores que acuden a esta brocante son todos profesionales que venden mercancías bellas y de gran calidad. Y los clientes habituales, así como los anticuarios profesionales de Alemania, Reino Unido, Países Bajos y España, lo saben. No obstante, muchas baratijas siguen siendo muy asequibles (en comparación con París, por ejemplo), sobre todo porque no llevan el sobreprecio del 30% - 50% de una tienda de antigüedades.
En definitiva, la visita a la Brocante des Allées François Verdier es una cita obligada en Toulouse, sobre todo porque puede (¡y debe!) combinarse con una parada en la cercana brocante Saint Sernin.
Oliver Marshall
18th mayo 2016 en 14:57The sun-dappled Allèes Francois Verdier is the perfect setting for the charming monthly flea market in Toulouse.
Tom Gill
22nd junio 2016 en 12:41I’ve always wanted to visit a real French flea market, so a holiday in the beautiful late-spring Pyrenees gave us the opportunity for a long drive into Toulouse, to visit the monthly weekend market that seems to appear in just about every ‘best of’ list out there. C’est magnifique!
This flea market market was full enough of amazing stuff to keep me happy: from pre-WW1 and older through mid-century and up to the 70s and 80s. We wandered up and down for a good hour or two, and came away with a couple of records, a lovely battered wooden file box, a bright green plastic apple-shaped ice bucket, and a lingering sense of regret that we flew to the south of France instead of driving an empty Transit van across the channel.