Situada en pleno suroeste de Francia, entre el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, Toulouse es uno de los destinos de sol más destacados del país. Combinando con elegancia patrimonio y estilo de vida, la "Ciudad Rosa" es una de las capitales francesas de la cultura, la gastronomía y la historia. Desde las orillas del río Garona hasta el Canal du Midi, pasando por la plaza del Capitole y la Cité de l'Espace, Toulouse es una ciudad de contrastes. Pero es cerca de la Basílica Saint Aubin donde verdaderamente late el corazón de la ciudad. Especialmente para los amantes de las antigüedades y los cachivaches.
Si le gusta pasear por la mañana por el interior de un gigantesco bric-a-brac, para desenterrar viejos libros raros, ropa de cama de algodón vintage, vajillas antiguas, cuadros y otras chucherías, entonces el Brocante Saint Aubin es el lugar indicado. Este mercadillo es uno de los más típicos y antiguos del suroeste de Francia, y una de las visitas obligadas de los sábados por la mañana en Toulouse.
Una vez a la semana, hasta 70 expositores profesionales se reúnen en torno a los muros de la Basílica Saint Aubin, para vender un poco de todo, pero sobre todo hermosos artículos vintage de los años 30 a 80, e intrigantes antigüedades que datan del siglo pasado. Muebles de época, cuadros, libros antiguos, carteles de los años 50, adornos, ropa de cama antigua, hierro forjado, baratijas y otras rarezas son algunos de los tesoros que se pueden admirar en la Brocante Saint Aubin o llevarse a casa.
Tres cosas caracterizan al Brocante Saint Aubin: la calidad de los productos expuestos, su espíritu de convivencia y los precios relativamente justos que cobran sus comerciantes (sobre todo si se comparan con los de París). Hablando de precios, el regateo es una práctica generalmente aceptada. Por eso no es de extrañar que la Brocante Saint Aubin sea un destino popular entre los libreros y comerciantes de Toulouse, los anticuarios de la región y los aficionados a los mercadillos extranjeros.
Históricamente, el Brocante Saint Aubin estaba situado a la entrada de la basílica de Saint-Sernin, el mayor edificio románico que se conserva en el mundo (construido entre 1080 y 1120). Sin embargo, las importantes obras de renovación emprendidas para reurbanizar el parvis de la basílica obligaron a los organizadores del mercadillo a buscar otro lugar para acoger a los visitantes. Así pues, se eligió la explanada de la iglesia de Saint-Aubin. Dado que Saint-Aubin era conocido por acoger un concurrido mercado al aire libre los domingos por la mañana, el mercadillo de los sábados no tardó en reactivarse. Para regocijo de sus setenta comerciantes, que mantienen esta tradición desde hace décadas.
Sin duda, es bueno no ser demasiado agorafóbico, ya que la multitud del Brocante Saint Aubin puede resultar un poco agobiante algunos fines de semana. Pero, en definitiva, una visita al rastro de Saint Aubin tiene su recompensa. Y como ocurre con todos los mercadillos del suroeste de Francia y de la Provenza, uno se queda rápidamente hechizado por este acento cantarín y acogedor, que es una reminiscencia permanente de la convivencia y el bon vivre tolosanos.
Tiphaine Renou
9th octubre 2015 en 03:16Le marché aux puces de Saint Sernin est une véritable institution. On y trouve de tout , pour pas trop cher. Il faut avoir l’oeil bien ouvert pour dénicher parfois de véritables trésors!
Mélodie Toussaint
22nd junio 2016 en 07:04Le Marché aux Puces de St Sernin est l’un de mes marchés préférés à Toulouse. D’une part, parce qu’on y allait souvent quand j’étais petite, et d’autre part parce que le marché à une ambiance fantastique qui fleure bon un autre temps!
Autour de la basilique il y a deux rangées de stands, et on y trouve de tout ! Des gadgets comme au téléachat, des bijoux, des trucs à chines, de la déco et même des accessoires. Alors, oui, c’est un marché aux puces, donc c’est assez rare de tomber sur quelque chose qu’on a envie de ramener chez soi, mais c’est vraiment à voir !