Uno de los mercados más famosos de China es el Rastro de Panjiayuan. Con más de 3.000 vendedores y más de 50.000 visitantes al día, hace honor a su reputación como destino de compras en Pekín, tanto para locales como para turistas. Está abierto todo el año, con zonas cubiertas y descubiertas, por lo que se puede disfrutar de él en cualquier época del año. Sin embargo, no todos los puestos están abiertos durante la semana, por lo que la mejor y más animada experiencia se vive los fines de semana.
El Rastro de Panjiayuan no es apto para pusilánimes ni para los que no disfrutan con las multitudes ni con los regateos a la hora de comprar. Con tantos compradores y vendedores, tiene un cierto aura de caos. El Rastro de Panjiayuan solía llamarse "el mercado de la suciedad", ya que los campesinos ponían a la venta objetos que habían desenterrado el día anterior para intentar ganarse la vida. Hoy en día, la suciedad ha desaparecido en su mayor parte, pero las multitudes permanecen y la popularidad del lugar no deja de aumentar.
Es difícil (por no decir otra cosa) encontrar antigüedades auténticas y de calidad en el Rastro de Panjiayuan. Si se conoce a la persona adecuada, siempre es posible, pero la gran mayoría de las cosas que se venden aquí son rarezas chinas, artículos de imitación y réplicas y una buena cantidad de baratijas en general. Hay literalmente de todo, desde carteles publicitarios de cigarrillos hasta budas, desde abalorios hasta teteras en miniatura, desde muebles de imitación de la dinastía Qing hasta caligrafía. No hay duda de que todos los vendedores esperan que se regatee con ellos, así que hay que estar preparado para enfrentarse a ellos hasta el punto de marcharse si es necesario; quizá el GPS marque la ubicación del vendedor para volver a negociar.
El Rastro de Panjiayuan está un poco alejado de las rutas turísticas más conocidas, pero es fácil de encontrar desde la estación de metro. Conviene dedicar unas horas a pasear por este asombroso mercado, del que es imposible salir con las manos vacías.
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