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Casa Belkis no es una tienda de antigüedades al uso. De hecho, a menos que conozcas la dirección y de qué va este lugar, no hay forma de adivinar desde fuera que esta casa alberga en realidad una de las tiendas de antigüedades más impresionantes de la ciudad, y probablemente incluso de todo el país.
Ubicada en una tranquila zona residencial de La Habana (en el barrio de Havana Vedado), este negocio familiar de antigüedades que lleva más de tres generaciones es una peculiaridad en sí misma.
En primer lugar, Casa Bekis es bastante difícil de encontrar: al igual que muchas direcciones en Cuba, Google Maps la localiza de forma bastante imprecisa. Y, como el propietario de Casa Belkis no consideró necesario poner un cartel en el exterior para anunciar su negocio, es casi imposible acabar allí por casualidad. Casi da la sensación de que la familia Belkis intenta mantener este lugar desconocido.
La otra peculiaridad de la Casa Belkis es el espacio expositivo en sí. La casa parece más la colección privada de un coleccionista excéntrico que una tienda de antigüedades al uso. Decenas de miles de antigüedades llenan cada centímetro disponible de los 300 metros cuadrados de exposición dentro de la casa, y recuerdan al estrecho y enmohecido laberinto de antigüedades de Alex Raskin Antiques en Savannah, Georgia. Incluso hay antigüedades apiladas hasta el techo en los baños y en la cocina. Algunas habitaciones y pasillos son tan estrechos y están tan repletos de mercancías que pasear por la casa requiere una mezcla de destreza, cuidado y paciencia. Absténgase si tiene claustrofobia.
Pero detrás de este aparente caos, hay sin embargo una organización precisa. Las antigüedades están hábilmente organizadas en cada planta. Mientras que la planta baja está dedicada a baratijas, miniaturas, cristalería, platería, joyas y muebles macizos, en la segunda planta se exponen antigüedades más finas como cuadros, cerámica, porcelana, vajilla, esculturas de bronce, bustos de mármol y alabastro, cristal, lámparas y espejos.
La mayoría de los artículos no tienen precio, pero todo está a la venta en Casa Belkis. En cuanto al precio, esta tienda de antigüedades es bastante asequible desde la perspectiva de un occidental. Una vieja silla de los años 30 se vende por 20 $, un banco colonial por 150 $, una copa de Baccarat por 10 $ y botellas antiguas y de cristal normales por 3 $. Algunas bonitas esculturas de bronce empiezan en 90 $, y algunos cuadros se venden por 150 $. El regateo es bienvenido, y cuanto más se compra, mayor es el descuento.
Los propietarios de Casa Belkis suelen recordar a los turistas que algunas antigüedades no se pueden comprar, debido a la normativa cubana sobre exportación de artículos de más de 50 años. Cuba tiene leyes estrictas sobre la exportación de antigüedades y arte. De hecho, la prohibición de exportar antigüedades ha preservado con asombrosa eficacia el patrimonio colonial del país del pillaje extranjero. Cualquier objeto de valor debe llevar una etiqueta de exportación. No obstante, es posible obtener un permiso registrando los objetos en la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHCH), que aprobará o denegará su exportación.
La Casa Belkis es un tesoro repleto de valiosas y deliciosas antigüedades. Y su proximidad a la Necrópolis Cristóbal Colón, el mayor cementerio de América y uno de los lugares más emblemáticos de La Habana, es otra buena excusa para visitarla.
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