El Brocante de Temploux, en Bélgica, es un auténtico fenómeno en sí mismo. Este mercadillo, que también es una renombrada feria para coleccionistas, se celebra una vez al año en agosto en el centro del pueblo de Temploux. Desde el sábado por la mañana a las 07:00, anticuarios y coleccionistas dan la bienvenida a los aficionados al mercadillo y a los amantes de las antigüedades en un recorrido de 6 km por las calles de Temploux.
Este rastro, que acoge a más de 1.100 expositores y 130.000 visitantes, es uno de los más grandes de Europa occidental y se desarrolla ininterrumpidamente durante 36 horas, desde el sábado por la mañana hasta el domingo por la noche. El ambiente es alegre, y varios puestos ofrecen algo de comer. Y a medianoche, los visitantes disfrutan de un precioso espectáculo de fuegos artificiales patrocinado por el pueblo y los organizadores del rastro.
Lo que hace que el Rastro de Temploux sea especialmente atractivo en comparación con otros mercadillos, es que sus organizadores no organizan una venta barata de garaje, sino un verdadero rastro donde los vendedores venden exclusivamente verdaderas antigüedades y artículos vintage.
Todas las antigüedades falsas, retro-modernos, objetos exóticos extranjeros y artesanías, así como muebles modernos, prendas de vestir o pintura reciente, están prohibidos durante el evento. Además, el comité del rastro de Temploux ha establecido algunas normas estrictas en cuanto a la disponibilidad de puestos de comida in situ: sólo una docena de ellos repartidos por las calles donde se celebra el rastro, lo que deja más espacio para los puestos del mercadillo. Ésta es probablemente otra de las razones por las que Temploux se ha convertido con el tiempo en uno de los mercadillos más esperados de Bélgica y Europa.
El sábado, la feria está abierta exclusivamente a compradores profesionales y coleccionistas. Se puede encontrar de todo y de nada, desde libros y documentos antiguos hasta muebles antiguos, muñecas de época, cómics, discos de vinilo, Dinky Toys, monedas, sellos, postales, alfileres, maquetas, cámaras fotográficas, antiguos aparatos de cervecería, carteles y material publicitario, platos esmaltados, juguetes antiguos, objetos de colección de Coca-Cola, artículos náuticos, tinteros y plumas, relojes, molinillos de café, huchas, soldaditos de juguete, conchas, medallas y recuerdos militares, juegos de mesa y artilugios de todo tipo.
Como son pocos los compradores privados que acuden ese día, los objetos presentados no salen realmente baratos. Pero es una buena oportunidad para que los compradores avezados del rastro encuentren esa pieza rara que les falta para su colección. El sábado por la tarde, los coleccionistas recogen sus pertenencias para hacer sitio al mercadillo de antigüedades que se celebra durante toda la noche.
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