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Desde 1987 el mercadillo del Mercado de las pulgas de San Alejo, también conocido como Mercado San Alejo, ha tomado las calles de Bogotá. En el corazón de la capital colombiana, en el barrio más antiguo de la ciudad, conocido como La Candelaria colombiana, este evento se considera actualmente uno de los mayores mercados de antigüedades del país.
Con cientos de vendedores y miles de visitantes, este mercado evoca una atmósfera especial con la reputación de los tesoros antiguos que descansan entre las mercancías. El Mercado de las Pulgas de San Alejo es una cita ineludible, tanto para los habitantes de la zona como para los turistas.
El Mercado de las pulgas de San Alejo es un bullicioso y, en muchos sentidos, típico mercadillo. La calidad de los artículos a la venta va desde objetos que los vendedores deben haber estado decidiendo si tirar a la basura o no, hasta antigüedades de gran calidad y valor. Por supuesto, esto es lo que más gusta a los visitantes de este tipo de mercadillos: prepararse para rebuscar, curiosear, entablar conversación con los vendedores y averiguar todo lo posible sobre las mercancías.
Pasear por el Mercado de las pulgas de San Alejo proporciona un recorrido histórico y cultural, además de una experiencia de compra, y esto está incrustado en la tradición de este mercado. Entre los vendedores fundadores se encuentran restauradores, ebanistas, artesanos e historiadores, que han transmitido sus conocimientos de generación en generación. Hay una gran riqueza cultural en muchos de los artículos a la venta, y esta información se comparte gustosamente con los visitantes interesados.
El Mercado de las Pulgas de San Alejo ofrece una fantástica mezcla de productos locales y foráneos, antiguos y modernos, artículos generales y coleccionables específicos, todo ello marcado por la influencia de las comunidades extranjeras que han participado en la formación de la ciudad. Con animación callejera y refrescos en abundancia, asegúrese de dedicar un buen puñado de horas a explorar a fondo este mercado. Merece la pena.
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