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El sueño de Jacob "Jake" Treichler comenzó en 1980 con unos cuantos vendedores que pregonaban sus mercancías a lo largo de la Ruta 100, los humildes inicios del ahora ya consolidado Rastro de Jake. Jake se hizo famoso por su risa contagiosa y también tenía esa rara habilidad de hacer que todas las personas con las que interactuaba se sintieran valoradas y especiales. Parecía ser una combinación ganadora de estas dos cosas lo que hacía que los tenderos volvieran, y lo que hizo que el mercadillo siguiera teniendo éxito a lo largo de los años. Ahora nadie en la zona puede imaginarse un fin de semana sin el Rastro.
Poco después de su creación, el Rastro de Jake se convirtió en el lugar al que acudir los fines de semana para encontrar toda una gama de curiosidades, objetos de colección y maravillas de segunda mano. Por supuesto, los dueños de los puestos estaban deseando hacer negocio, pero este mercadillo trata tanto de crear un lugar de encuentro entre vecinos y amigos como de hacer negocio. Eso no quiere decir que los organizadores no tengan cuidado con los productos que se ofrecen: los vendedores son elegidos para ofrecer a los compradores una amplia gama de artículos entre los que echar un vistazo y, para los conocedores de los tesoros antiguos y vintage, una buena oportunidad de hacerse con una pieza de coleccionista.
Jake's Flea Market ofrece a los compradores un poco de todo. Se venden navajas, instrumentos musicales, teléfonos antiguos, vehículos de época, trenes y otros juguetes de colección, bicicletas, recuerdos publicitarios, discos y tocadiscos y mucho, mucho más.
A lo largo de los años se han hecho muchas mejoras en el Rastro de Jake, y no sólo porque haya crecido en tamaño año tras año. En 2007 se añadió al recinto un pabellón cubierto y en 2015 se levantó otro pabellón para poder disfrutar del mercadillo llueva o haga sol. También se han añadido aseos y siempre hay uno o dos puestos de comida para que las familias puedan aprovechar al máximo los días de mercado.
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